domingo, 6 de febrero de 2011

GESTIÓN DE LOS CONFLICTOS DE CONVIVENCIA Y LOS PROFESORES CON AUTORIDAD.

Los miembros de la comunidad educativa están preocupados por el aumento de los problemas de convivencia que se sufren cada vez más en los centros, de ahí a que se tomen medidas como los modelos de gestión de la convivencia para prevenir y hacer frente a estos problemas y la “ley de convivencia y participación” de la comunidad educativa.

Como hemos visto en clase, existen tres modelos de actuación. Cada uno trata el conflicto de diferentes maneras, pero podemos decir que la finalidad de los mismos es común para los tres; Las acciones tienen consecuencias.
Al preguntarnos que modelo es el mejor, educativamente hablando, pueden surgir discrepancias. Debido a esto, en mi opinión un centro no tiene porqué tener asignado un modelo en concreto y seguirlo a raja tabla, sino que dependiendo de lo que queremos que el “agresor” del conflicto supere, aplicaremos un modelo u otro e incluso una variación del mismo. Con esto quiero llegar a que los modelos dentro de una comunidad educativa pueden ser flexibles en cuanto a lo que nos estamos enfrentando, y en cuanto a lo que queremos que se aprenda, porque de eso se trata de aprender; aprender que nuestras acciones acarrean consecuencias y aprender a no repetir las mismas acciones negativas.

En mis años como alumna he podido observar que si siempre se responde a los conflictos con un modelo punitivo en el que el “agresor” siempre quede castigado, el alumno es probable que repita sistemáticamente la conducta, porque ya el castigo no le afecta y lo supera sin problemas. No habiendo entonces un cambio positivo.

En cuanto a la segunda medida, llamada “ley de convivencia y participación” que dota principalmente de autoridad a los profesores, existen dos puntos de vista diferenciados; uno a favor y otro en contra.

A favor se encuentran los miembros de la comunidad que argumentan que la situación de pérdida de autoridad es cada vez mayor y que igualmente está ocurriendo con la conflictividad, que está cada vez más alta. Esta ley sería un  respaldo para la comunidad docente, a la vez que se reducirían los casos de conflicto y los casos de Bulling no llegarían a denuncias policiales.

En contra, se argumentan testimonios como que esta ley no piensa en los alumnos como a los que hay que educar para formar  en un futuro, sino que recorta derechos a éstos últimos. Se encuentran contradicciones como que no se recogen las participaciones de los estudiantes en los centros, cuando la ley se llama “de convivencia y participación”. Además se apunta que esta ley tiene más que ver como una norma ideológica que ataca a los síntomas y no a las causas que provocan los conflictos.

¿Hace falta que una ley devuelva a los profesores la autoridad que poco a poco la sociedad les ha ido despojando?  Desde mi punto de vista entiendo que una ley no dota de autoridad a un profesor. El docente tiene que trabajar siguiendo unas pautas y acciones que conlleven respeto y disciplina, para que los alumnos respondan de igual manera creando así un clima de aula sano. No podemos olvidar que somos su principal referente y una de las causas que provocan los conflictos es la educación, y nosotros la tenemos en nuestras manos y podemos hacer que esto cambie con hechos.
Por otro lado no doy la espada totalmente a la ley, me refiero a que no es negativo que la ley exista y esté a nuestro alcance pero en ningún caso la existencia de esta ley sea la SOLUCIÓN primaria y la verdadera o mejor, porque una ley no dota de autoridad ni de valores ni de disciplina. En este caso, la autoridad hay que ganársela con hechos.

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